¿Qué es lo que diferencia a una start-up de una gran multinacional? La tolerancia. Y es que en una pequeña empresa es mucho más probable que el punto de vista de todos sea tolerado y valorado. Una de las razones es que el directivo es mucho más cercano y se preocupa más por la estabilidad de la empresa.
En cambio, en las grandes empresas ocurre algo diferente. Ahí el equipo directivo no quiere arriesgarse tanto, ni perder el tiempo escuchando la opinión de todos. Esto limita, en cierto modo el flujo de ideas y la comunicación interna.
Cada persona tiene su punto de vista que podría ser el que convierta a la estrategia en ganadora. A veces, las ideas excepcionales y las buenas propuestas de mejora vienen exactamente del lugar menos esperado.
Y si los altos directivos tienen algo que aprender de los empresarios que dirigen a las pequeñas y medianas empresas, es su interés por las propuestas de los empleados.
El desinterés que algunos directivos en las grandes empresas muestran puede desembocar en problemas internos que, está claro, tendrán un fuerte impacto sobre la imagen de marca.
La frustración es uno de los problemas más extendidos y peligrosos entre los empleados, llevando a una situación de desinterés y limitación de las ideas creativas.
Todo esto me lleva a afirmar que aprender a valorar la opinión de los demás trae muchas pistas que podrían ser utilizadas para mejorar el plan de marketing y, con ello, conseguir beneficios más altos y sostenibles a largo plazo.